- Reconstruir la sociedad, imperativo
- Individualismo, materialismo: males
Cuando en breve se vivirá ya la festividad navideña y está a punto de fenecer el año 2023, se impone reflexionar sobre la trascendencia de la misma. De acuerdo con la corriente del pensamiento cristiano, con la Navidad se celebra el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios que se encarna y se hace uno de nosotros -menos en el pecado- para con su vida, sus hechos y sus palabras, orientar la conducta de los seres humanos hacia el más sublime de los valores: el amor.
A dos milenios del nacimiento del hijo de José “El Carpintero” y de María en un portal de Belén, pareciera que este extraordinario suceso y la vida misma de Jesús, no ha podido impactar del todo para la conversión de la humanidad y hacer vigente el mandato del amor al prójimo de manera cabal.
El territorio donde Jesús nació, creció y entregó su vida al ser sacrificado en la cruz por los poderosos, es desde hace centurias escenario de guerras entre los pueblos de esa zona. Guerras donde mueren inocentes incluyendo a niños. Ejemplo de ello es el conflicto bélico entre Israel y Hamas -de Palestina- con su cauda de fallecidos por bombardeos militares y ataques terroristas.
Otro frente de muerte es la confrontación armada entre Rusia y Ucrania; pero también en otras partes del mundo hay conflictos y escenarios de violencia.
La violencia, la cultura de la muerte, el armamentismo, la imposición de estilos de vida materialistas, hedonistas, individualistas; el endiosamiento del poder y de la riqueza por encima del bienestar colectivo, con sus protagonistas y sus operadores algunos disfrazados con “piel de oveja”, es el entorno en el que nos movemos como sociedad.
Y Guanajuato, a su manera, no es la excepción. Ya es común, cotidiano, la actividad de sujetos armados (sicarios) que delinquen asesinando a rivales incluyendo en ocasiones a personas -hasta niños y mujeres- ajenos a sus diferencias y negocios. Hoy los asesinatos son “el pan de cada día” y ya se cuentan por centenas, sin que las instituciones responsables de brindar seguridad a la ciudadanía cumplan a cabalidad con esa obligación.
Por otra parte, no faltan medios de comunicación que -amparados en la “Libertad de expresión”- exaltan “estilos” de vida contrarios a la naturaleza; que hacen apología del crimen y de sus protagonistas al difundir diversos contenidos los cuales son asimilados por las nuevas generaciones como los modelos a imitar, a seguir, para “ser exitosos”. Y a ellos se suma la difusión en redes sociales -el internet-.
Frente a este panorama aflora el vacío (con sus excepciones) de líderes sociales -intelectuales, “pastores” religiosos, miembros del magisterio, académicos, políticos, deportistas etcétera- quienes, mejor, optan por el confort de su “estatus” y guardan silencio frente a la descomposición social.
El imperio del gran capital que se multiplica explotando a hombres y mujeres que integran la clase trabajadora, y que se nutre alentando un consumismo voraz y banal e imponiendo sistemas de gobierno que favorecen la acumulación de la riqueza en pocas manos; el abuso contra los desprotegidos, la explotación infantil; la criminalidad creciente y con ésta el dolor de las familias víctimas de la cultura de la muerte; las injusticias, la destrucción del planeta y más. Todo lo anterior clama justicia ante el Creador del Universo.
En este contexto, la Navidad no puede reducirse a una fiesta de jolgorio, consumo y sólo “buenos deseos”. Esa no es Navidad, no es la Navidad de Jesús.
La verdadera Navidad es el nacimiento de Cristo en los corazones de quienes se ostentan -o nos ostentamos- como cristianos, para asumir el compromiso de aportar a la implantación del reino del amor de Dios en la tierra.
Sólo así se podrá aspirar a vivir en una sociedad en la que imperen la justicia, la armonía, la generosidad, la alegría, la solidaridad, el bienestar de todos. Una comunidad universal en la que cada uno de nosotros desarrolle los dones que nos regaló el Creador y los pongamos al servicio de los demás. Jesús vino a servir, no a ser servido.